por The Global School for New Leadership Admin | Abr 17, 2020 | Abril 2020
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El liderazgo en plena crisis no será probado por una función de jerarquía, promoverá el homo faber, sino será el homo digitalis, definirá el liderazgo actual.
Este nuevo sentido que hoy adquiere el liderazgo, no es un producto de la lógica interpretativa de una situación actual. Desde este punto de vista, lo antes señalado se obedece en gran medida al influjo de las últimas transformaciones sociales en una sociedad digital, obligando al estudio del liderazgo en función a la digitalización como un posliderazgo.
La pandemia del CoronaVirus o COVID-19 acelera el inicio de la Quinta Revolución Industrial y con ella la necesidad de un liderazgo completamente distinto o como bien lo denominamos «posliderazgo».
Ya no podemos ver al liderazgo solo cómo lo definió Joseph S. Nye «la facultad de orientación y movilizar a otros para lograr un fin». El concepto de posliderazgo se fundamenta en un sentido de propósito creativo-digital en todos los niveles de una sociedad o en la política, y vuelve la vista hacia el liderazgo como entrelazador de ideas, más que hacia la gestión o propiedades y características específicas de un líder individual. Es decir, el posliderazgo garantiza la innovación a través de la acción digital distribuida en redes, más que la reflexión a largo plazo con políticas estratégicas.
Byung-Chul Han indicó claramente la situación actual como «La época digital de lo no muerto», donde la política y la metafísica se transforman dando paso a la pospolítica ya la posmetafísica. A este respecto, para el liderazgo la quinta revolución industrial se corresponde a una época de posliderazgo, en cuya interacción digital intervienen la cocrección, la comunicación, la motivación virtual y los valores compartidos por un grupo virtual donde subyace un sin número de nuevas ideas tendentes a la satisfacción de las necesidades colectivas.
Byung-Chul Han, entiende que lo digital es un transformador de todo lo que hacemos, y lo caracteriza como «hombre sin manos que teclea». Lo relevante, en este punto, es lo tangible o lo intangible donde los líderes y ciudadanos interactúan en un posliderazgo, sin verso, sin tocar y sin interactuar físicamente. Solo el teclado y el monitor representan lo físico en la acción y la gestión. Esta interacción digital en la sociedad puede generar más presión y estrés que la interacción cara a cara. El no ver físicamente el esfuerzo de cada ciudadano experimentado a subestimar los trabajos realizados, al igual que el tiempo invertido en él.
Los trabajos tradicionales <fueron incluidos para la eficiencia>, los trabajos digitales <están incluidos para gestionar meramente información, desarrollo de soluciones cognitivas y la creación de tormentas de ideas que mejoran la calidad de vida>.
¡Es irónico! Por un lado, construimos calidad de vida y por otro lado, la vida se nos va a participar en todo tipo de trabajos digitales (Teletrabajo o trabajos a distancia) o en redes sociales, que cuestionan el «no clic» de nuestra intervención, a veces una vida digital con líderes virtuales sin rostro, pero con un control desmedido y panóptico sobre todos por igual, sin importar si eres empleado o no.
El impacto del COVID-19 en el mercado laboral nos pone a prueba, pero ademas pone a prueba la capacidad de los gobernantes para enfrentar los cambios que están por venir. La pandemia del COVID-19 es considerada por la OIT como «la peor crisis global desde la Segunda Guerra Mundial». El crecimiento de los trabajos digitales en la actualidad son exponenciales y pone en evidencia las debilidades del liderazgo para enfrentar desafíos laborales.
Según la OIT más de 1.250 millones de trabajadores están empleados en los sectores identificados como de alto riesgo, 195 millones de trabajadores pueden perder sus empleos. Cuatro de cada cinco personas, están actualmente disponibles por el cierre total o parcial del lugar de trabajo, es decir el 81 por ciento de la fuerza laboral global que son aproximadamente 3.300 millones de trabajadores.
En efecto, la Segunda Guerra Mundial está siendo superada por los desafíos de la pandemia del COVID-19 y de forma concreta se están estableciendo nuevos y diversos cambios en el contexto político y social nunca antes vistos. Se deberá evaluar la conformación de una cultura política y social singular con la digitalización, con su funcionamiento y su consolidación, así como con la gobernabilidad, con el desempeño gubernamental y, por ende, con la satisfacción social, por ser de enorme importancia respecto a su legitimidad.
Las implicaciones políticas y sociales que trae la crisis humanitaria actual nos invita a la reflexión sobre la importancia de un posliderazgo, que cuestiona por sobre todas las cosas las consecuencias del «shitstorm» y «fake news». En la actualidad, el aumento del uso de las redes sociales se han convertido en el canal preferido de las tormentas y noticias falsas. Esta sociedad en red o «Network Society», no puede ser entendida de forma fragmentada ni desvinculada del impacto que ello genera en la sociedad.
Como bien lo señala Javier Echevarría, Internet no solo es un nuevo medio de información y comunicación, sino que, configura un nuevo espacio social, electrónico, telemático, digital, reticular e informacional. Y además en plena pandemia se ha convertido aún más en un medio de desinformación, a este respecto la ONU señala que «No solo luchamos contra una epidemia, sino también contra una infodemia».

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El posliderazgo formará parte de la naturaleza sencilla y multicaule del desarrollo social, por ello, el líder en el posliderazgo deberá establecer estrategias innovadoras de gobernanza digital que promueva el empoderamiento ciudadano, que en definitiva es una concepción innovadora y diferencial de otras teorías de gobernanza. En sí, la gobernanza digital tiene un componente social importante, y requiere de datos de información libre y verdadera, que se entrelaza en el tejido social de una comunidad. En referencia YUVAL NOAH HARARI señala que la claridad es poder, en un mundo inundado de información irrelevante.
La pandemia de COVID-19, puesto en evidencia las debilidades que presenta el liderazgo de nuestros gobernantes y su lenta gobernanza. Claudia Báez Camargo, investigadora de ese campo, señala que para enfrentar situaciones de crisis, como la pandemia actual, se debe, «Mover la gobernanza más allá del estado y hacia el empoderamiento de los ciudadanos». Claudia Báez Camargo, cree que se involucrará en programas de gobernanza que vayan más allá del ámbito de las instituciones públicas.
Uno de los hechos que ha cambiado la percepción de la gobernanza es la incapacidad de adaptación de los líderes a una situación de crisis, esto ha requerido voltear la mirada hacia el ciudadano a fin de plantear soluciones rápidas que rápidamente resguardar lo más importante de la vida. La pandemia nos ha demostrado, que la debilidad gubernamental reavive viejo enemigos del sistema democrático. Es evidente que dicha crisis no ha concluido, sus efectos colaterales afloraran durante los próximos años.
La economía será una pérdida más y requerirá la implementación de una economía emergente y capas de sustentarse por sí sola. El aumento en la dependencia del estado por parte de los ciudadanos se está convirtiendo en una carga muy alta que requiere un gasto público cada vez mayor.
Věra Jourová, vicepresidenta de la Comisión Europea para los Valores y la Transparencia, en una entrevista, señala que el juego a cambiado y se deben crear estrategias nuevas específicamente con la digitalización. No será fácil, en parte por la dificultad en la definición de los líderes en mameluco esquemas tradicionales de gestión y en parte, por la inclusión de la sociedad en un tema aún muy innovador e inaccesible para muchas personas. Jourová señala que debemos esforzarnos mucho en mantener la democracia, el estado de derecho y los derechos fundamentales.
La dictadura no solo asume forma de sombra, sino también de pandemia. Se aferra a su víctima sin avisar y con la confusión como estrategia de captura de la psique colectiva de una ciudadanía que es vista como presa y no como persona.
En efecto, será un gran reto que tendremos que asumir, el éxito estará en el foco que desde este punto de vista más que enfocarnos en el sistema se podría innovar en el modelo de liderazgo y en lo que esto implica, un posliderazgo que pueda ayudar Un camino viable para la configuración de nuevos arquetipos democráticos más sólidos y adaptados a los cambios que el entorno digital y las futuras crisis emplacen, disminuyendo las pretensiones de los modelos políticos antidemocráticos.
Podemos salir de la pasividad que tengan nuestros líderes e instituciones, para ello debemos tener en cuenta nuestra responsabilidad individual de buscar lo diferente, lo innovador, lo ético.

Doctorado en política y economía. Co-fundador de Cives Solutions,
por The Global School for New Leadership Admin | Nov 12, 2019 | Noviembre 2019
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El Centro para el Impacto Público (IPC) utiliza la mecánica de un juego de cartas para explorar cómo deberían cambiar las reglas de poder dentro del gobierno. El juego contrasta las reglas del «viejo» poder (jerarquía, control y objetivos) con las del «nuevo» poder: subsidiariedad, relaciones y aprendizaje. Se basa en un cuerpo de trabajo más amplio del IPC que argumenta que difundir y compartir el poder en la medida de lo posible es esencial para que el gobierno siga siendo efectivo y reconstruya la confianza pública. A continuación se muestra el discurso del CPI que explica la importancia de las ideas y conceptos que informan el juego del Principio del poder compartido.
Ilustración del juego de cartas de Principio de poder compartido de Joe Wilson
El gobierno no es un juego de niños, es un asunto serio porque hay mucho en juego.
Entonces, ¿por qué hemos estado jugando las mismas cartas cansadas y gastadas?
Utilizamos la gestión dirigida por objetivos, incluso cuando sabemos muy bien que hacer que las personas sean responsables de los resultados que en realidad no controlan conduce inevitablemente a todo tipo de juegos y disfunciones.
Insistimos en saber ‘qué funciona’, aunque para problemas complejos saber ‘qué funcionó’ en otro lugar no nos dirá mucho sobre si funcionará aquí.
Creamos servicios transaccionales, a pesar del hecho de que sabemos que son las relaciones las que hacen que muchos servicios funcionen.
Y nosotros, por supuesto, usamos la jerarquía como la mejor carta de triunfo.
Estas tarjetas, estos patrones nos están fallando, pero aún escuchamos muchas llamadas por más de lo mismo.
Pero duplicar la jerarquía y el control no nos sacará del lío en el que estamos.
Déjame ser claro. No estamos diciendo que estas tarjetas siempre estén mal. Lo que estamos diciendo es que hay un conjunto completo de cartas diferentes que deberíamos jugar mucho más a menudo.
«No se basan en el control, sino en la idea de que lo hacemos mejor cuando compartimos el poder».
En lugar de una gestión dirigida por objetivos, redefinimos la gobernanza para incluir nociones mucho más ricas de responsabilidad y para cambiar el papel de los líderes de héroes a mayordomos.
En lugar de insistir en comprender «lo que funciona» antes de tiempo, elegimos el aprendizaje continuo donde usamos los datos para el aprendizaje y no para el control.
Reemplazamos la transaccionalidad con relaciones que comprenden que para servicios complejos necesitamos crear el espacio para interacciones personales significativas.
Y en lugar de la jerarquía, elegimos la subsidiariedad; en lugar de asumir que el poder necesita estar en el centro del gobierno y en la parte superior de las organizaciones, asumimos lo contrario. Llevamos la autoridad a donde se ubica el conocimiento, la experiencia y la sabiduría, en lugar de llevar información a donde se encuentra la autoridad. Creemos en la redistribución radical del poder y la rendición de cuentas en todo el sistema.
Esto es radical, pero no es ‘nuestra’ visión, porque esto es real, estas cartas las están jugando pioneros como el Consejo Wigan, el Consejo Gateshead, el proveedor holandés de atención domiciliaria Buurtzorg y muchos más aquí y en el extranjero.
Es divertido hablar de esto en el lenguaje de los juegos y ser creativo, pero el telón de fondo es serio. Algo profundo necesita cambiar y, con suerte, estas Visiones Radicales , incluida esta, pueden ayudar a catalizar eso.
Si está interesado en jugar el juego real, comuníquese con el CPI a través de su sitio web o encuéntrelos en Twitter @CPI_foundation . El ilustrador del juego es Joe Wilson.
Autor
Centro de Impacto Público
por The Global School for New Leadership Admin | Oct 29, 2019 | Octubre 2019
El mes pasado, 195 líderes mundiales se reunieron una vez más en Nueva York para grandes discursos y grandes eventos, y se ha reconocido la crisis climática como el reto más relevante en la historia de la humanidad. Pero sobre la desigualdad, cuando todo está dicho y hecho, se ha dicho más que hecho.
La crisis climática es producto, resultado y síntoma, de un mundo donde la desigualdad crece cada día. No se puede entender la crisis climática si no se pone en la mesa que los más afectados son los menos responsables de esta crisis. Que ante un planeta que colapsa y responde con furia, los que más se han beneficiado de la desigualdad, se permitirán resguardar en una zona segura. Crisis climática y Desigualdad deben tratarse como un solo reto.
Cuatro años después de que los gobiernos de todo el mundo se comprometieran a combatir la desigualdad como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, se ha visto demasiado poco en el camino de la acción gubernamental. Ese no es el veredicto de las ONG críticas: esa es la evaluación oficial del propio Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.
Guterres agregó, claro, solo la verdad diplomática más delgada, » el cambio en las vías de desarrollo para generar la transformación requerida para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 aún no está avanzando a la velocidad o escala requerida».
De hecho, señaló, «el panorama global para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible generalmente se ha deteriorado desde 2015». Es en este contexto que la ONU ha pedido una «década de entrega» después de cinco años en los que la gente haya podido deleitarse con las palabras mientras ayunaba en la acción.

Durante años, las organizaciones de base han estado haciendo sonar la alarma sobre el daño causado por la creciente desigualdad. Más recientemente, el debate formal sobre la desigualdad cambió y la posición normativa dominante aceptada se ha convertido en que la desigualdad es peligrosa ante un planeta furioso, por lo tanto debe reducirse.
La desigualdad medirá la capacidad de adaptación de los países, la desigualdad será decisiva ante los billones de desplazados, la desigualdad será en general lo que nos permita, o no, construir una nueva humanidad después del colapso, o vivir en un largo conflicto como nunca antes visto.
La ONU también ha intensificado la coordinación y el asesoramiento. Pero los gobiernos no han cambiado en reconocimiento del nuevo consenso. El cinismo sobre si se hará algo se ha arraigado incluso entre los observadores más esperanzados.
Y los grandes titulares de la Asamblea General de la ONU de este año hicieron muy poco para contrarrestar ese cinismo, dominado por los líderes más ruidosos del mundo, que parecen compensar la ausencia de sustancia con un exceso de fanfarronería.
En silencio, al margen, sin embargo, otro grupo se reunió para planificar no un comunicado en el escenario, sino una serie de acciones en el hogar. No era un gran grupo de países, solo una docena, pero incluía países de todas las regiones del mundo y de todos los niveles de ingresos.

Capas de Desigualdad Explicadas por Melinda y Bill Gates. Fuente: Gates Notes.
Se conocieron no porque piensan que tienen las respuestas, sino porque están ansiosos por aprender unos de otros y actuar. Desde Indonesia hasta Sierra Leona, desde Suecia hasta México, ellos y otros se reunieron en la primera reunión de jefes de estado y gobierno del Gran Desafío sobre la Desigualdad, una nueva iniciativa de múltiples partes interesadas para apoyar a los gobiernos de vanguardia, comprometidos a abordar la desigualdad, en la búsqueda del camino caminando
Luego, aún más crucial, estos mismos líderes ordenaron a los líderes y funcionarios de alto rango, los hacedores, que se reunieran justo después de las reuniones de Nueva York en la Ciudad de México, y luego en unos meses en Yakarta, y en adelante, para planificar la implementación de una serie de políticas prácticas específicas de cada país para reducir la brecha entre los pocos privilegiados y los muchos que se quedan atrás.
No has oído hablar de esta reunión porque los líderes no creen que aún se hayan ganado el derecho de declararse líderes. San Francisco de Asís dijo: «Predica el Evangelio, y si es necesario, usa palabras».
En un espíritu similar, los líderes de los países en el Gran Desafío sobre la Desigualdad reconocieron, en las reuniones de Nueva York y en la Ciudad de México, que el poder de su compromiso para abordar la desigualdad se mostrará no en lo que dicen sino en lo que hacen.
Reconocieron que no existe una política única que por sí sola pueda vencer la desigualdad, por lo que se necesita una serie de políticas complementarias año tras año. Reconocieron que abordar la desigualdad significa asumir intereses creados: que significa impuestos progresivos y servicios públicos universales, significa trabajadores protegidos y corporaciones reguladas, significa diseñar políticas desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo, y significa abordar la riqueza y poder de los muy ricos.
Como parte de eso, se abrieron al desafío directo de los movimientos sociales de base y los sindicatos, y compartieron lo que ellos, como líderes, encontraban más desafiante y las lecciones que habían aprendido de sus errores. Fue, lo confieso, algo impactante escuchar a los líderes comenzar no con justificaciones sino con autocrítica.
Estaba a un mundo de distancia de los (in) famosos «Big Men Who Strode New York». En un mundo saturado por lo falso, presenciar la sinceridad era desorientador.
Son los primeros días para el Gran Desafío de los gobiernos pioneros sobre la desigualdad, pero, como testigo y como alguien que ha pasado años desafiando sin rodeos a los gobiernos por sus fracasos, he aquí por qué es importante: la transformación social no ocurre cuando las personas reconocen que hay otra sociedad. injusto: sucede cuando las personas también reconocen que puede ser más justo.
Y eso depende de que la gente sea testigo del cambio, en algún lugar. El cinismo y la desesperación son, en última instancia, herramientas del status quo. No hay nada más peligroso para quienes mantendrían las cosas como están que la amenaza de un buen ejemplo.
Y, silenciosamente, este grupo de países, de líderes que no se llaman líderes, están comenzando a construir ese buen ejemplo. Oxfam ha comenzado a llamar a este grupo de gobiernos el «eje de la esperanza». Quizás estos gobiernos podrían llamarse más prosaicamente el «eje de acción».
La organización de base seguirá siendo esencial para ayudar a fomentar la determinación de los líderes y hacer frente a las presiones que seguirán ejerciendo las élites económicas. No hay certeza de que se avecinen cambios. Pero ya no hay certeza de que no lo sea. Y el sonido que acompaña a este cambio no es la explosión de los fuegos artificiales. Es un zumbido silencioso de trabajo duro.

Ben Phillips – @benphillips76
Escribe sobre cómo combatir la desigualdad ( @politybooks 2020). Ayudo a los gobiernos de vanguardia a cumplirlo con @NYUCIC.
Serví en @UNDP Advisory Ctte. Pasea al MEJOR perro de Roma.