Insostenible Humanidad
mayo 5, 2020

The Global School for New Leadership

Global education for public & private sector leaders

Since 2010. Vienna, Austria & Berlin, Germany.

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El 22 de abril de 1970 se organizó en Estados Unidos el primer «Día de la tierra», motivado principalmente por el movimiento para proteger al medio ambiente.

La semana pasada se cumplió 50 años, lo que propició distintas reflexiones sobre cómo hemos progresado globalmente. Es cierto que ha tenido grandes logros, pero en resumen, vamos de peor en pésimo.

Desde antes se sabía del calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero. A pesar de diversos esfuerzos y tratados, las emisiones de gases han seguido aumentado, llegando a niveles de CO2 y metano en la atmósfera que no habíamos tenido en por lo menos 800,000 años.

Las poblaciones de flora y fauna salvajes se han desplegado. Más de un millón de especies podrían extinguirse en las próximas décadas, debido principalmente a la agricultura (los animales que crían para alimentarnos pesan más que todos los mamíferos y aves salvajes, usando el 38% de la tierra habitable).

Nuestro impacto en el planeta ha sido tan notable, que se ha nombrado una nueva era geológica, el Antropoceno, donde la mayor parte de los cambios planetarios depende de nuestras acciones, no de la Tierra misma.

Se estima que el Antropoceno comenzó hace medio milenio, con la globalización generada por las colonizaciones europeas. Hasta ese entonces, la población en el planeta había sido veinte veces menor a la que tenemos ahora. Y el consumo per cápita mucho menor.

Por lo tanto, nuestro impacto en el planeta es por lo menos dos órdenes de magnitud mayor al que había sido hasta hace pocos siglos.

En el nuevo documental «Planet of the Humans» (disponible en línea), Jeff Gibbs y Michael Moore nos presentan los esfuerzos fallidos de las energías «verdes» para reducir las emisiones de carbono. Se han invertido millas de millones de dólares, pero casi todos han ido a plantas de biocombustible, los cuales también producen gases y no son sostenibles.

Las energías realmente renovables no han sido reducidas las emisiones porque nuestro consumo ha aumentado más rápido de lo que se han instalado. Y la fabricación de celdas solares, aerogeneradores y baterías también tienen impactos ecológicos.

La única solución al parecer es reducir drásticamente tanto la población humana como nuestro consumo. Pero toda la economía va en contra de esto. Necesitamos vender más y por lo tanto más compradores.


Social Innovation Box


En su número de abril, la revista de la National Geographic Society nos presenta dos escenarios para 2070: uno pesimista y otro optimista. Muy probablemente acabemos en un escenario intermedio, pero mucho más hacia el lado pesimista.

Simplemente dependemos demasiado del petróleo, no solo para energía y transporte, también para nuestra alimentación. Sería muy difícil alimentar a nuestra población actual sin petróleo, especialmente a los carnívoros.

Es demasiado tentadora la analogía con la crisis de Covid-19 en México: no había manera de evitar porque no podemos reducir actividades lo suficiente. Pero sí es muy relevante la velocidad a la que . Si no hacemos nada, las consecuencias serán mucho más trágicas.

No es factible mantener de manera sostenible toda nuestra población con el estilo de vida que llevamos. Pero está por verse si lograremos una reducción gradual y planeada en población y consumo, o si varias catástrofes la reducirán mientras vamos agotando los recursos naturales. Es una diferencia importante, por la cual vale la pena luchar.

Probablemente algo que nos impide actuar es la idea de que las cosas no cambiarán. Pero esto es una ilusión. Todo cambia, por lo que todo lo que es, terminará. Nos puede causar miedo hablar del fin de nuestra especie, al igual que evitamos hablar de la muerte, pero eso no nos hará menos impermanentes.

Si aceptamos nuestra impermanencia, tanto como individuos como especie, podremos tomar mejor el lugar que nos corresponde.

La era de los humanos en la Tierra pasará, ya sea porque nos extingamos (poco probable), evolucionemos o guiemos nuestra propia evolución (lo más probable).

La cuestión es, ¿qué problemas generaremos a largo plazo con nuestras acciones a corto plazo? Al igual que en cada vida humana, no importa tanto el fin como el camino.

Carlos Gershenson

Investigador en UNAM México

Opinión en Reforma

Originalmente Publicado en Reforma