Entre techos, suelos y laberintos: la trayectoria profesional de las mujeres
¿Por qué hay tan pocas mujeres en puestos directivos o en puestos de liderazgo político? ¿Qué consecuencias tiene la falta de igualdad en las empresas, en la administración pública y en la economía? ¿Cuáles son los factores que obstaculizan el avance de la mujer en la vida laboral/pública y qué se puede hacer para afrontarlos? Las respuestas no son simples, ni directas.
Las mujeres para avanzar en sus trayectorias profesionales deben romper los ya famosos «techos de cristal», derrumbar los «techos de cemento», despegarse de los «suelos pegajosos» y navegar entre los «laberintos de cristal».
¿En qué consiste cada uno de éstos obstáculos? A continuación describo brevemente cada uno de ellos:
Techos de cristal
El techo de cristal es una metáfora que hace referencia a un tope que detiene a las mujeres para avanzar en la escala laboral y llegar a altos puestos, generado por estereotipos y construcciones culturales.
El techo de cristal no solo impide el ascenso de las mujeres en la esfera del poder político, sino también económico y social. Las barreras que impiden su crecimiento no son fácilmente detectables, pero afectan en la realización personal en la esfera del reconocimiento público. Para ejemplificarlo, vemos que el porcentaje de mujeres dentro de las 35 principales empresas en España es sólo del 24,74%, un porcentaje llamativamente bajo.
El techo de cristal es invisible: no existen leyes o dispositivos sociales establecidos y oficiales que impongan una limitación explícita en la carrera laboral a las mujeres; sin embargo constatamos que la presencia de mujeres en las altas jerarquías se va erosionando.
Estas barreras invisibles siempre están basadas en sesgos sobre los roles que deben desempeñar las mujeres y los hombres. En un reciente estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, se revela que cerca del 90% de la población mantiene algún tipo de sesgo contra las mujeres.
Según el índice, aproximadamente la mitad de los hombres y las mujeres del mundo consideran que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres. Asimismo, más del 40% opina que los hombres son mejores ejecutivos empresariales y que tienen más derecho a ocupar un empleo cuando el trabajo escasea. El 28% de las personas creen que está justificado que un marido le pegue a su esposa.
Estos prejuicios no son solo cosa de hombres. De hecho, las mujeres también tienen incorporadas estas ideas machistas en sus pensamientos que acaban paralizando el progreso de todas y también de ellas mismas.
Techos de cemento
El techo de cemento se define como los límites que las propias mujeres se ponen a sí mismas. Estas limitaciones auto-impuestas se relacionan con el miedo al fracaso, a no poder tener una buena conciliación vida familiar y laboral, con la autoexigencia excesiva o el miedo a negociar en un mundo mayoritariamente masculino, por nombrar algunos factores.
Para romper el techo de cemento es necesario el empoderamiento de las mujeres para no obedecer a esa voz interna que repite “más adelante”, “no estás preparada”, “eres una impostora”.
Suelos pegajosos
Los «suelos pegajosos» son las barreras que tienen que superar las mujeres para salir del ámbito privado (hogar) al público (trabajo).
Esta metáfora denuncia la baja calidad del empleo femenino: son las mujeres quienes ocupan en su mayoría los trabajo a tiempo parcial y sufren mayores tasas de temporalidad.
Además, un gran porcentaje de mujeres suelen concentrarse en sectores de actividad y ocupaciones vinculadas a tareas de limpieza y cuidados y atenciones personales, empleos donde se dan las peores condiciones laborales y los más bajos salarios.
Laberintos de cristal
El concepto de “laberintos de cristal” ilustra las estrategias que las mujeres despliegan en sus trayectorias laborales hasta llegar a cierta estabilidad o éxito profesional.
Es una noción más bien descriptiva, que muestra los itinerarios de mujeres jóvenes que tienen una triple carga de trabajo: el trabajo productivo, el trabajo reproductivo –especialmente con la maternidad– y el trabajo de cuidados, si tienen que ocuparse de familiares enfermos, discapacitados, etcétera. Habría aun una cuarta carga, la del trabajo comunitario, cuando se ven involucradas en actividades extraescolares de sus hijos o en establecer lazos con la comunidad barrial, parroquial, educativa, en la participación política.
Se utiliza la metáfora de un laberinto de cristal porque aparece como un espacio con varios puntos de entrada y de salida –a diferencia de los laberintos clásicos –, en tanto que la imagen de cristal se debe a que perciben sus paredes como transparentes: a través de las ellas pueden ver otras mujeres que, como ellas, circulan por el laberinto buscando variados caminos para seguir avanzando.
El laberinto de cristal pone el acento en las trayectorias que van haciendo haciendo las mujeres, con sus marchas y contramarchas, en contraposición a una búsqueda de un punto definitivo de llegada, a una escala laboral unidireccional, con una cima a alcanzar como punto exitoso de llegada. En el siguiente vídeo se ejemplifica mejor:
Karina Cáceres
Ciencia Política
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